27 agosto 2018

Cómo escribir una novela | Cinco preguntas esenciales: ¿Dónde? ¿Cómo?

[Esta sección estará divida en cinco partes. Estas son la cuarta y quinta.] 
Ahora que tenemos la trama, el narrador y el tiempo en que transcurrirá la historia, es momento de que pasemos a la cuarta pregunta esencial: 
4.- ¿Dónde? Es decir, el lugar en el que transcurrirá tu historia. 
Hay una infinidad de escenarios que puedes usar como: escuelas, la casa de algún personaje, parques, bosques, el mar, etcétera. Eso sí, trata de utilizar lugares que conozcas para que la descripción te sea más sencilla. Si vas a escribir una novela de fantasía, trata de visualizar lugares que ya conozcas [una escuela...], y añade toques fantásticos [...donde las puertas a las aulas están en el techo y/o el piso]. 

5.- ¿Cómo? Con este pregunta empieza la interesante: necesitas un detonador. Esto es para darle movimiento a la historia, para meter intriga y capturar a los lectores.
Pongamos como ejemplo el fragmento que utilicé en Aprendamos a describir. Primero se plantea la normalidad de los personajes, la vida cotidiana [lo que aparece en letra cursiva], y después se añade el detonante para nuestra obra [lo que está en negritas]. 
[...] La habitación, acogedora y silenciosa, envolvía en sus brazos a la pareja que agotada por un largo día de mudanza, buscaba reponer energía. En esa época del año, el invierno no perdía la oportunidad de manifestar su presencia, escarchando cada una de las ventanas de aquella pequeña vivienda.
Radiante y majestuosa, la luna reposaba en el punto más alto del firmamento, viendo de pronto cómo se interrumpía su resplandor cuando una nube se posó frente a ella. Al mismo tiempo, el viento comenzó a soplar parsimonioso. La oscuridad atrajo consigo un silencio abrumador en todo el vecindario. Los grillos detuvieron su canto, las hojas de los árboles, todavía danzantes, dejaron de silbar.
Y ahí, naciendo del oscuro pasillo que conectaba con la habitación principal, brotó un susurro apenas audible, cortando de tajo la mudez.
—Puedo verte —siseó una voz tan aguda como la de un niño, tan suave como la de alguien que cuenta un secreto.
Aquella voz, acercándose a la habitación principal, comenzó a tararear una canción lenta, solo para después hacer eco en la noche y desvanecerse hasta desaparecer. [...] 
En este caso, lo que funciona como detonante y corta con la normalidad que vive la pareja, es la aparición del niño a mitad de la noche: ¿quién es? ¿Por qué está ahí? ¿Qué busca? Los personajes irán averiguando eso con el paso de los capítulos. No importa qué género escribas ni sobre qué trate tu novela, siempre debe existir el detonante.  

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